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NADA ES LO QUE PARECE: ESTAFAS QUE NO SON ILUSIONES

Dayi jueves, 6 de junio de 2013 ,
Calificación: Buena


                     
                               

Cuando uno piensa en los mejores shows de magia e ilusionismo piensa en exhuberancia, grandeza visual, festivales de luces y efectos al mejor estilo David Copperfield.                                                              
Así son las presentaciones de los Cuatro Jinetes, un grupo conformado por el mentalista especializado en hipnosis, Merritt McKinney (el siempre genial Woody Harrelson), Daniel Atlas un experto en las cartas (Jesse Eisenberg), la especialista en escapismo Henley Reeves (Isla Fisher) y Jack Wilder (Dave Franco), un habilidoso ladrón callejero.                                             
Este equipo,  reclutado por una figura de identidad desconocida, aprovechará sus extraordinarios espectáculos para llevar a cabo un robo a un banco desde el escenario y con el público como testigo! (Momento en el que el director Louis Leterrier logra transportarnos y hacernos sentir ese frenesí de la situación)                                                                                                                                                               
Pero no todo es brillo para este cuarteto. Con su performance atraerán la mirada del FBI e iniciarán una especie de- atrápame si puedes- con el agente Dylan Rhodes (Mark Ruffalo) y la oficial de Interpol Alma Dray (Melanie Laurent).                                                                                      
Al elenco se les suman dos grandes del cine como Michael Caine (el financista de los Cuatro Jinetes) y Morgan Freeman (una especie de “mago enmascarado” que expone los trucos de los magos por televisión). Aunque sus papeles son pequeños, se presentan como las figuras poderosas de la trama, el personaje de Caine por su dinero y el de Freeman por sus conocimientos en el ilusionismo y le suman una mayor intensidad al film.                                                                                     
Revelaciones tras revelaciones Nada es lo que Parece avanza aceleradamente y de manera atractiva, pero ojo, tantos giros y vueltas de tuercas,  pueden llegar a abrumar al espectador, y todo con la excusa “Mientras más cerca veas menos vas a ver”.                                                                                                                      
Pero lo que realmente falla, y en términos de magia, es la prestidigitación de la trama. El director no logra construir un acto final sólido, sino que deviene en una revelación caprichosa y un tanto forzada en términos lógicos que, aunque con algunos agujeros, se ensambla estructuralmente en la película y no llega a arruinarla.                                                         

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